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En una cacerola mediana, a fuego medio, pon la mantequilla y deja que se derrita. Revuelve de vez en cuando para dorarla hasta que adquiera un color dorado oscuro. Al probarla, notarás un sabor a nuez tostada. Vierte la mezcla en un tazón, reserva y deja enfriar hasta que no esté hirviendo. Usarás la cacerola de nuevo en el siguiente paso (no es necesario limpiarla).
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En un tazón, bata 2 yemas de huevo y reserve. En una cacerola mediana, a fuego medio, vierta la leche, la crema y el azúcar. Revuelva hasta que el azúcar se disuelva. Cuando la mezcla de leche y crema esté caliente, retire ⅓ de taza y agréguela lentamente a las yemas de huevo, revolviendo rápidamente. Esto templará los huevos, cocinándolos lentamente, sin revolverlos. Vuelva a agregar la mezcla de huevo y crema a la cacerola. Cocine a fuego lento durante tres minutos, revolviendo constantemente, hasta que la mezcla comience a espesar.
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Vierte la crema pastelera (la mezcla de crema, azúcar y huevo) en una licuadora. Agrega la sal, la vainilla, el queso crema y la mantequilla dorada. Licúa a alta velocidad durante 30 segundos; cubre la tapa con un paño, ya que podría gotear. Esto emulsionará la mantequilla con los demás ingredientes para que no se separen. Vierte la mezcla en un tazón y refrigera durante al menos 2 horas. Al enfriarse, tendrá la apariencia de un pudín espeso.
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Vierta la mezcla en la heladera y póngala en modo helado. Mientras se bate el helado, corte un bizcocho casero o comercial en cubos pequeños y congélelos. Esto evita que se desmorone al mezclarlo con el helado. Una vez batido el helado, incorpore los trozos de bizcocho. Transfiera el helado a un recipiente grande y congélelo durante al menos 6 horas antes de servir.
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